La obesidad es una enfermedad compleja que no debe ser entendida como algo meramente estético. No es una patología aislada, es un problema médico que aumenta el riesgo de generar muchas otras enfermedades, tales como enfermedad cardíaca, diabetes, hipertensión arterial y ciertos tipos de cáncer como el de colon, mama y próstata, entre otros.
Según datos de la OMS, en 2016 alrededor del 13% de la población adulta mundial era obesa. En Latinoamérica esto es aún más preocupante, ya que afecta al 45% de los hombres y al 38% de las mujeres. Según la licenciada Camila Luna, nutricionista perteneciente al equipo de nutrición de nuestro hospital, esto es verdaderamente complejo para la salud pública, ya que se trata de una pandemia no transmisible.
De acuerdo a la profesional, muchos son los factores de riesgo para el aumento de peso, pero claramente se pueden identificar 2 grandes causas: el sedentarismo y los malos hábitos alimentarios: “El sedentarismo lleva a un gasto escaso de energía y es producto del cambio en las formas de vida, de trabajo y de desplazamiento propio. Y por otra parte, la alimentación de las personas se aleja cada vez más de lo saludable y natural para inclinarse hacia los alimentos conservados, que son ser ricos en grasas, sal y azúcares, pero pobres en nutrientes. Esto pudo observarse en los resultados obtenidos en la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo realizada en el 2009 por el Ministerio de Salud de la Nación. La inactividad física alcanza al 54,9% en nuestro país, y en cuanto a la alimentación, el 25,4% de los encuestados declaró agregarle sal a las comidas y el promedio de consumo de frutas y verduras fue solo de dos porciones diarias”.
El problema de la obesidad deriva también en sus consecuencias, entre las cuales nuestra nutricionista mencionó a las enfermedades cardiovasculares (principalmente las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares); la diabetes; los trastornos del aparato locomotor (en especial la osteoartritis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones muy discapacitante) y algunos cánceres (endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon).
Por ello, de acuerdo con Luna, prevenir la obesidad es lo más importante: “Los hábitos de vida saludables deben comenzar desde la niñez, y deben ser practicados por todos los integrantes de la familia. Lo ideal es que uno pueda consultar con un profesional de la nutrición para que se puedan detectar los factores de riesgo individuales y familiares y poder advertir la aparición de esta enfermedad. Pero, para comenzar, podemos:
•Limitar la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total y de azúcares;
•Aumentar el consumo de frutas y verduras crudas, seguido por el consumo de legumbres, cereales integrales y frutos secos; y
•Realizar una actividad física periódica (60 minutos diarios para los jóvenes y 150 minutos semanales para los adultos)”.
Finalmente, consultada sobre el tratamiento, la licenciada explicó que la mejor manera de tratar la obesidad es a través de un abordaje multidisciplinario, lo que incluye el seguimiento por un licenciado en nutrición, psicólogo, médico clínico, y profesor de educación física.
Copyright 2015 | Todos los derechos reservados
Desarrollado por R40Agencia