Según un estudio publicado a finales del año 2015 en la revista PNAS (Proceeding of National Academy of Sciences of the United States of America) y realizado en una Universidad de Bélgica, algunas respuestas cognitivas (funciones cerebrales superiores), como la capacidad de mantener la atención en forma sostenida y la memoria de trabajo (capacidad de recordar un número telefónico por cortos períodos o el camino para llegar a un destino geográfico) varían durante las diferentes estaciones del año. Gilles Vandewalle, coautor del estudio y asociado de investigación de la Universidad de Lieja, en Bélgica, dijo que "la estación importa".
Se evaluaron 24 adultos sanos entre 19 y 22 años, a los que se los aisló durante más de 4 días, de manera de evitar influencias ambientales externas e internas que modificaran sus respuestas (sueño controlado, intensidad lumínica ambiental controlada, alimentación controlada, entre otros aspectos).
Se les realizaron distintos tests para ambas respuestas cognitivas (atención sostenida y memoria de trabajo) durante las diferentes estaciones del año. Posteriormente se realizó un estudio cerebral por Resonancia Magnética Funcional (esto nos muestra la actividad de zonas específicas del cerebro que se activan con los respectivos tests) y se observaron cambios significativos respecto a cuanto se activaron estas zonas, a través de las distintas estaciones. Si bien los resultados finales en cuanto al rendimiento cognitivo no variaron, si se observó que nuestro cerebro funciona de forma diferente, según la estación en la que nos encontremos.
Uno de los factores más importantes que pueden contribuir a modificar estas respuestas es el fotoperíodo, es decir, la intensidad de la luz y su composición de ondas diferentes durante los solsticios y equinoccios. Es importante recordar que muchas otras funciones fisiológicas se modifican durante el año como: valores medios de presión arterial, colesterol, expresión de algunos genes, variaciones del ánimo (trastorno afectivo estacional), comportamiento (concepción con predominio en invierno y primavera), suicidio violento (primavera y verano).
Por otro lado, se estima que el 5 por ciento de las personas en Estados Unidos sufren el trastorno afectivo estacional, que provoca síntomas depresivos, por lo general en otoño e invierno. La terapia de luz se usa comúnmente para tratarlo, una señal de que la afección podría vincularse con las diferencias estacionales en la luz solar.
Los estudios con escáneres a los personas objeto del estudio, sugirieron que las habilidades de atención de los participantes eran mejores cerca del solsticio de verano en junio, y peores cerca del solsticio de invierno en diciembre. Su memoria a corto plazo fue mejor en otoño y peor en primavera. Vandewalle dijo que las diferencias en la función cerebral no serían notables en la vida diaria, pero que el nivel de actividad cerebral sí cambió.
Otros profesionales como Xenia Gonda, que estudia el cerebro en la Universidad de Semmelwies (Hungría), si bien no participó de esta investigación, manifestó que el estudio es importante porque ofrece una comprensión más amplia del cerebro y la forma en que las personas se adaptan a su ambiente.
Fuentes
Gilles Vandewalle, Ph.D., research associate, University of Liege, Belgium;
Xenia Gonda, Ph.D., PharmD, MA, assistant professor, department of clinical and theoretical mental health, Semmelweis University, Budapest, Hungary;
Proceedings of the National Academy of Sciences, Feb. 8, 2016.
Traducido y adaptado por el Dr. Marcos E. Graña, Coordinador del Servicio de Neurología del Hospital Santa Isabel de Hungría.
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