Hoy más que nunca se reconoce la importancia de las vacunas para atacar enfermedades. Se sabe que “generan inmunidad”, o que desencadenan una respuesta inmunitaria rápida y eficiente del organismo. Los virus son así embestidos por la “defensa” que se suministró al cuerpo, evitando una consecuente enfermedad.
Para atacar al COVID-19, los intentos de una vacuna y su desarrollo son claves, ayudarían al mundo a hacerle frente a la enfermedad. Pero, ¿Qué pasa con las gripes, las alergias, las rinitis y el asma? Para una respuesta, consultamos con la inmunóloga de nuestro hospital, la Dra. Lucía Ruggieri, quien explicó que dependerá de cada enfermedad: “La gripe, por ejemplo, es prevenida con la vacuna de la influenza, indicada primordialmente en niños, ancianos, mujeres embarazadas y pacientes inmunosuprimidos. Esto de ninguna manera significa que el resto de la población no pueda ponerse la vacuna, sino que no está comprendida en los grupos de riesgo. Pero incluso las personas con enfermedades respiratorias crónicas deberían colocársela, ya que son población de riesgo”.
En cuanto a las rinitis crónicas y enfermedades alérgicas, la inmunóloga explicó que en algunas ocasiones pueden atenderse evitando las sustancias que las provocan (pólenes, ácaros, alimentos, medicamentos) y, en otras, con tratamiento médico: “Este puede ser local, como la indicación de spray nasales, aerosoles bronquiales, o sistémicos, como antihistamínicos cuando son necesarios”.
Así mismo, entre otros tratamientos para personas que tienen alergias, nuestra especialista se refirió a la inmunoterapia desensibilizaste con alérgenos, indicada en los casos que el médico considera pertinente: “El tratamiento consiste en administrar pequeñas cantidades de la sustancia a la que el paciente tiene alergia, aumentándolas hasta llegar a una dosis óptima mantenida durante todo el tiempo de terapia. Con ello, se busca que el afectado adquiera una tolerancia a la misma”.
Por su parte, frente al asma, la doctora manifestó que el tratamiento dependerá del grado de la enfermedad: “Es muy importante el antecedente familiar de asma, ya que si la mamá, el papá o ambos padecen de la misma, el paciente tiene entre un 40 y un 60% de probabilidades de desarrollarla. Para ello, una consulta temprana con el médico, la respuesta sintomática ante ciertos alérgenos y su pronta atención pueden ayudar a diagnosticar y a tratar el asma. No hay que olvidar que el asma es una enfermedad que, sin tratamiento subyacente, es capaz de matar”.
Si bien hay enfermedades previas que hacen a un grupo poblacional ocupar un lugar de riesgo frente al Coronavirus (como las enfermedades respiratorias crónicas, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares), Ruggieri declaró que no se ha demostrado que las enfermedades de estación agraven un cuadro de COVID-19. De hecho, manifestó que justamente lo que permite distinguir a un Coronavirus de una gripe es el descarte de la segunda: “Una gripe suele generar dolores generales en el cuerpo, dolor de cabeza, tos, mucosidad y, algunas veces, fiebre o febrículas. Su duración es de apenas unos días. En cambio, el Coronavirus se caracteriza por generar fiebre, dolor de garganta y tos persistente, además de dificultades para respirar, diarrea en algunos casos, y dolores intensos. Como se ha visto, tiene una persistencia mayor de 15 días en el cuerpo”.
Finalmente, en cuanto a la automedicación, nuestra inmunóloga pidió no realizar esta práctica e indicó fervientemente la consulta médica telefónica o por video, en caso que se pueda: “Hay ciertos medicamentos que las personas suelen tomar para cualquier dolor, sin saber que, mal administrados, pueden causar intoxicaciones. Siempre hay que consultar primero con el profesional”.
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