A la hora de prevenir esta enfermedad, existen dos tipos de acciones: Las de prevención primaria y las de prevención secundaria.
Prevenir el cáncer de mama significa disminuir o eliminar la exposición de la mujer a factores de riesgo de forma tal de reducir las posibilidades de desarrollar cáncer de mama. La adherencia a estilos de vida saludable es una forma de actuar de modo preventivo: no fumar, evitar el consumo de grasas, realizar actividad física, moderar el consumo de alcohol. Las terapias de reemplazo hormonal y la exposición excesiva a la radiación ionizante (rayos x) también aumentan el riesgo de tener cáncer de mama. Estas son acciones de prevención primaria.
La prevención secundaria consiste en la detección temprana del cáncer de mama. Básicamente hay dos formas de detectar el cáncer de mama.
La primera es por medio de la mamografía, que consiste en realizar una radiografía de las mamas (mamografía). Con este estudio es posible detectar el cáncer de mama en su fase asintomática, cuando todavía la lesión no es palpable, o es mínimamente palpable, por lo cual, es posible recurrir a mejores posibilidades de cura, con tratamientos menos agresivos que los que se realizan cuando el cáncer está más avanzado.
Cuando el cáncer provoca síntomas y alteraciones de la mama detectables al examen físico, significa que estamos en presencia de un nódulo o tumoración palpable. En un estado avanzado de la enfermedad se pueden observar variables manifestaciones como retracción del pezón, cambios en la textura y el color de la piel, prurito(cambiar por picazón u otro sinónimo) o lesiones descamativas en el pezón.
Por eso, la recomendación es que todas las mujeres de entre 50 a 70 años se realicen un estudio mamográfico cada dos años junto a un examen físico de las mamas por parte de un profesional de la salud. Por otra parte, tanto en las mujeres de entre 40 y 50 años como en las mayores de 70 la decisión de hacer o no una mamografía debe ser personalizada. La mujer debe hablarlo con su ginecólogo/a o con su médico/a de cabecera, y valorar los pros y los contras de hacer el estudio mamográfico.
Por otro lado, hay otros métodos diagnósticos por imágenes, como la ecografía, la cual se usa en forma complementaria a la mamografía y la resonancia magnética que se emplea fundamentalmente en mujeres con fuertes antecedentes familiares y mutaciones genéticas conocidas detectadas o altamente sospechadas y en situaciones puntuales cuando exista indicación (por ejemplo: algunas mujeres con mamas extremadamente densas o que tengan prótesis mamarias).
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